martes, 24 de abril de 2012

Filosofía para ser Niño

Mario Dominguez

24 de abril de 2012

Fuente: La Jornada Morelos


Hace algún tiempo, más propiamente el 4 de mayo de 2009, la revista Emeequis publicó la siguiente noticia: “¡Extra! ¡Extra! Adolescentes se transforman en Zombies” en la que se informa que dicha transformación es una “abominable consecuencia por haber borrado la filosofía de los planes de estudio de la SEP para bachillerato”. Y recientemente el filósofo Gabriel Vargas Lozano dijo en una entrevista con Casa del Tiempo que la enseñanza de la Filosofía debe empezar con los niños “mediante juegos lógicos, cuentos y diálogos adecuados a su edad para despertarles su inteligencia”.
Antes de ser adolescente se es niño. ¡Y quién lo creyera, también hay niños Zombies! Niños a quienes se les ha privado de su niñez, niños autómatas. Niños que cada vez preguntan menos, dado que no hay indagación al respecto de las preguntas, sino respuestas inmediatas, respuestas, por demás, estandarizadas. Niños con su niñez adormecida por los videojuegos, la televisión, los Ipod, etc.
Poco o nada se habla de esto, pero los niños también padecen la globalización, el neoliberalismo y sucumben ante las atracciones que les presenta el Gran Capital. Aquí toman vigencia y protagonismo, también, las palabras tan crudas de Eduardo Galeano:
“Día tras día, se niega a los niños el derecho a ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños”.
Uno de los derechos del niño, el esencial, es el derecho a ser niño. La imaginación es la materia prima, el sine qua non, del ser niño. Sin la cual la vida y el mundo son una cárcel. Sin la cual no hay libertad. La imaginación estimula el pensamiento, dibuja otras realidades, ensancha el mundo; revoluciona la vida, pues, posibilita otras maneras de entenderla, de vivirla. Recordemos que, tal como bien lo indica Carlos González, “sólo imaginando otros mundos podemos desearlos, y por tanto decidirnos a cambiar el mundo que conocemos.”
Cambiar el mundo, es aquí donde la filosofía juega su rol fundamental. Ya el filósofo alemán Ernst Bloch lo indicaba en una de sus máximas más queridas: “Pensar significa traspasar”. La filosofía es, desde esta perspectiva, pensamiento creador. No se trata sólo de imaginar, sino de darle piso a lo imaginado; construir mundo. La enseñanza de la ética, que se trata relacionalmente del bienestar común; de la lógica, que procura coherencia y orden; de la estética, que procura creación y estimula el juicio crítico a partir de lo que gusta o disgusta y con esto un modo de vida. La filosofía procura un modo de vida, creativo, crítico, dinámico; procura que el niño piense y ordene su mundo según unos criterios razonables. Aun cuando sea razonable a la manera del niño, pues no se trata de adultecerlos. Tan sólo de mostrarles un camino distinto y, a nuestra manera de verlo, el mejor de los caminos, el de la filosofía.
La filosofía tiene como piedra angular el asombro. El asombro es por definición lo que nos desanquilosa; filosóficamente es lo que posibilita y dinamiza el pensamiento, procura la indagación, insertándonos en el mundo y sacándonos de él proponiendo dialécticamente otros mundos posibles. Así la propuesta del maestro Gabriel Vargas Lozano no es descabellada cuando dice que “la filosofía debería ser un derecho para todos. Derecho de juzgar, cuestionar, criticar, discernir, problematizar, conceptualizar, argumentar”.
Así pues, abogamos por la enseñanza de la filosofía, no sólo en la educación media superior, sino desde la niñez. No debemos perder de vista que “los niños son profundos y desconcertantes, y esta combinación es el clásico territorio de la filosofía”.
La filosofía para niños requiere una dinámica bastante diferente de la filosofía que se imparte en el bachillerato; es más, en términos generales la filosofía requiere una dinámica diferente en su enseñanza. Pero esto es motivo de próximas reflexiones. La dinámica de la enseñanza de la filosofía para niños depende exclusivamente de la edad del niño, dado que según esta, así es el mundo que habita, no se puede tratar de igual manera a un niño de 7 que a uno de 9 ó 10 años. Además en la mayoría de los casos de acuerdo a la edad su grado de escolaridad es también diferente, algunos serán más versados en la escritura y la lectura que otros, y esto es bien importante tenerlo en cuenta.
Sin embargo, el mayor de los recursos de la filosofía es la palabra y con ella el diálogo. Matthew Lipman propone hacer con los niños una comunidad del diálogo, mediante la cual estos se expresan, elaboran preguntas, elaboran respuestas, argumentan, reconocen la importancia del otro, el respeto, la tolerancia; toman conciencia de los espacios y del tiempo. La propuesta de Lipman es viable, tanto así que se han creado varios centros de Filosofía para Niños con gran éxito.
Ahora bien, la comunidad del diálogo no es la única posibilidad de hacer Filosofía para Niños. El arte nos brinda herramientas exquisitas de las cuáles nos podemos servir. La pantomima, por ejemplo, estimula el pensamiento lógico y la interacción cuerpo-mente generando patrones de coherencia, además de posibilitar y desarrollar el tan complejo ejercicio de pensar-actuar de una manera tan coherente que el otro, el espectador o receptor, lo pueda entender.
Está también la pintura que, filosóficamente, puede ser entendida como una figuración del mundo. Esto sólo por citar otros ejemplos o recursos didácticos de los que comúnmente se plantean, tales como la lectura y la escritura, que son los más implementados.
Enseñar Filosofía a los niños es según lo hemos planteado necesario y posible. Necesario pues no queremos niños Zombies y autómatas, sino niños que sean niños; y posible porque hay los recursos suficientes para Filosofar con ellos.

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